¿El instinto es algo a suprimir o evitar?



Desde tiempos ancestrales, la búsqueda y la obtención del placer en casi todas las culturas ha sido repudiada, perseguida, prohibida y considerada como algo salvaje que nos acerca a los animales. Pero es que nosotros también pertenecemos y tenemos una naturaleza animal. ¿Qué pasa con nuestro instinto?

El instinto es un impulso innato transmitido genéticamente, hereditario y común a todos los miembros de la especie
Freud con su teoría del ello y el superego ya intuyo el fracaso del yo ante la represión educacional social. Sin embargo fue W. Reich el que dio dimensión corporal a la expresión- reprimida del instinto.
La finalidad biológica del instinto es la preservación de la especie en base a tres impulsos primordiales:
1.     Primero autoproteger y preservar mi existencia     como individuo
2.     Segundo proteger a la especie desde proteger mi nido, mi cría.
3.     Tercero asegurar una gran descendencia que permita sobrevivir al grupo
De estos tres impulsos primordiales se definen los tres instintos básicos del ser humano como especie.
·        El instinto o impulso vital de autoconservación o supervivencia
·        El instinto o impulso vital de cuidado y conservación de la especie Instinto maternal
·        El instinto o impulso vital creador y reproductor, instinto sexual
la “cultura” y la educación patriarcal sostenida bajo parámetros de individualismo, competitividad y racionalidad desmedida y disociada. Inhibe cuando no destruye cualquier manifestación y expresión libre de los impulsos vitales innatos ya descritos.  Esto es porque según la educación social basada en las formas aparentemente buenas la expresión de estos instintos sería algo salvaje que incluso podría poner en peligro al grupo.
De esta forma los instintos  se pueden destruir impidiendo su expresión sistemáticamente.

O pervertir desviándolos hacia manifestaciones patológicas.
Todas las culturas se han basado en la defensa del territorio frente a los otros para asegurar su supervivencia. Grupos, tribus y en la época moderna las naciones. Para ello se ha desarrollado una agresividad y violencia hacia el otro,  el distinto que nos ha llevado a perfeccionar técnicas inconcebibles de tortura, destrucción y aniquilación. De aquí tampoco han escapado las religiones que en la defensa de su dios único, han matado, aniquilado y destruido. Esto ha traído consigo el sometimiento del instinto al interés de la colectividad y por lo tanto la búsqueda y obtención del placer a la discrecionalidad de la normativa del grupo. En ciertas culturas solo algunos elegidos podían beneficiarse de este privilegio. En otras se trataba de sacrificarlo en pos de conseguir hombres más recios y preparados para el combate. Aun hay otras en que se recurre al auto sacrificio y la represión del instinto para llegar a la espiritualidad. En consecuencia siempre se trata de controlar y gobernar el proceso para así controlar y gobernar al individuo.
    Esto lo hemos asumido en nuestro proceso educativo de tal forma que corregimos casi espontáneamente cualquier búsqueda de placer instintivo desde que prácticamente somos bebés. Cuando escuchamos frases como “niño no te toques que bla-bla-bla.” o “las niñas no hacen eso… “y tantas y tantas formas de conseguir la represión del placer como algo que nos distingue, algo bonito, algo que nos hace ejemplares no nos damos cuenta que en realidad nos estamos volviendo infelices, tristes, solitarios, vergonzosos cuando no pervertidos e inmersos en alguna tipología patológica que sustituya y alivie ese placer que por haber nacido y estar aquí siendo lo que somos por derecho nos pertenece.

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