LA GRAN ETAPA DE LA INTERCONEXION
Podríamos
decir que el siglo XIX fue el de los grandes inventos de comunicación entre
otros.
Personajes
como Edisson, Meucci, Graham Bell, Morse, Alexander Bain, Marconi, John Logie
Baird. Pusieron las bases con sus inventos para que el mundo habitado pudiera
sentirse más y más cerca.
La invención
o el descubrimiento de la comunicación verbal a distancia (teléfono), la trasmisión
escrita a distancia (Fax) y la emisión de voz (radio) y señal visual a
distancia (televisión) fueron las precursoras del mayor sueño de la humanidad
la interconectividad en tiempo real (la videoconferencia), evidentemente también
a distancia. Todas ellas nacieron con la esperanza de unir al ser humano con
sus semejantes, en la distancia.
En todo su
desarrollo posterior existe un condicionamiento decisivo. Nos mantenemos en la
distancia… y evidentemente nos acostumbramos a mantenernos separados.
Esto ha
hecho que la realidad haya sido bien distinta, si bien es cierto esta capacidad
de comunicación, el desarrollo posterior de la gran internet y su capacidad
instantánea de comunicación, información y ocio en tiempo real nos ha conducido
a niveles de acceso a información sin precedentes. También ha
hecho que el ser humano cada vez se encuentre más solo y aislado.
El siglo XX
también fue el siglo del paradigma del individualismo, las grandes
revoluciones, la industrialización, las grandes y desgarradoras guerras con
toda una legión de seres humanos sacrificados en por de unas ideas. El
colectivismo y el liberalismo anulando la esencia más íntima del ser. Todo ello
desemboca en una gran catástrofe neoliberal que nos enlaza con el siglo que
vivimos, en la que prevalece el individualismo por encima de todo. Esta perdida
de los valores intrínsecos del ser humano que lo definen como tal, la dignidad,
la afectividad, la ética provoca una sensación de lucha frenética por
prevalecer y sobrevivir.
Esta situación
nos lleva a la realidad que estamos viviendo, donde la brecha en la desigualdad
de recursos cada vez se hace más grande. En pos de este individualismo
esquilmamos nuestro propio hábitat, despojamos despiadadamente de los recursos
necesarios a naciones enteras que condenamos a la hambruna, sin ser conscientes
del daño que nos hacemos como especie.
Qué hablar
de los valores más cercanos, de las relaciones próximas donde la utilización y
la humillación del otro sustituyen el amor, la compasión, la justicia y la
dignidad. Es con frecuencia en los propios hogares donde impera la violencia en vez de la empatía
y el amor entre sus integrantes.
Necesitamos
sobrevivir y cada vez nos aferramos más a una realidad virtual que nos envuelve
y nos aísla de nuestro propio mundo.
Hoy las
decisiones mas importantes sobre la humanidad las toman en los mercados de
valores, rindiendo pleitesía al dios dinero. Ni siquiera son seres humanos los
que toman estas decisiones son simplemente unas maquinas que funcionan con sus
propios algoritmos.
La distancia
con que se toma una decisión en un despacho y la consecuencia directa por la
que condeno a la extinción o al expolio a miles de personas es tan grande que
ni siquiera puedo sentir y por tanto se convierte en un juego macabro donde
quito, pongo, hago y hasta puedo disfrutar con ello.
Estamos
enfermos. Todos y a todos los niveles de existencia. Estamos enfermos de
individualismo.
Nuestro
sistema educativo comienza a plantearse el uso y utilización de las nuevas tecnologías
de manera cada vez mas frecuente. Nuestros jóvenes, los adultos del mañana se
empapan de los valores trasmitidos es decir, los propios del individualismo y cada vez
se mantienen más aislados.
Así no
podemos sobrevivir como especie, agotaremos los recursos y estaremos condenados
a nuestra propia extinción.
¿Qué podemos
hacer? ¿Renunciar a la tecnología y lo que nos puede aportar? ¿Frenar el
progreso y volver a las cavernas?
Nada mas
lejos. En mi opinión todo este proceso comienza en la educación. Sí, a las
nuevas tecnologías, pero instando a las instituciones para que su desarrollo y
su fin sea ante todo ético.
No podemos seguir consintiendo juegos virtuales para adolescentes donde se premie la
violencia y la extinción del semejante.
Crear un
equilibrio entre la distancia virtual y la real dotando de medios y
desarrollando espacios donde puedan desde niños practicar el juego en grupo no
competitivo y ayudar a su capacidad de interrelación grupal afectiva, educarles en el cuidado y la empatia con su semjante. No es
cierto que agresividad, competitividad y progreso vayan de la mano.
Fomentar la
educación en el afecto y el amor sustituyendo los roles individuales por los
grupales. Revindicar el concepto de grupo como concepto de especie.
Educar en la
naturaleza y las enseñanzas de desarrollo que esta nos ofrece.
Ya no
tenemos tiempo para esperar, el cambio climático, las grandes catástrofes
naturales, la pandemia que estamos sufriendo y que posiblemente no será la última.
Son avisos constantes de que en algo tenemos que cambiar y pronto.
Solo
incluyendo en nuestra toma de decisiones el afecto y el amor, solo tomando las
decisiones con corazón y no solo con la razón podremos salir adelante. Se
impone un cambio en nuestras costumbres y hábitos que pasa por volver a la
naturaleza, a la relación en grupo en condiciones de igualdad con nuestros
semejantes, a favorecer el consumo de proximidad y dejar de especular con los
alimentos. A ejercer un crecimiento sostenible con conciencia. En síntesis,
vivir con amor, construir con amor y sostener con amor este planeta que nos han
prestado y proteger ante todo la vida de todo nuestro entorno comenzando por
nuestros propios semejantes.