EL HOMBRE Y SU PERRO - Los amigos verdaderos


Tenía un perro


No era muy grande

Tampoco demasiado chico

Era… mediano mi perro

De tamaño normal

Eso sí. Tenía carácter

Si alguien se acercaba

Entreceñia los dientes

Se envalentonaba

Solo hasta que yo intervenía

Entonces aflojaba

Y se hacía atrás

conservando la calma.

Era… valiente mi perro.

Daniel, le puse de nombre

No por nada, solo por especial.

Este perro atendía, solo por su nombre

No servía un pitido

Tampoco una voz

Solo su nombre

Daniel, Daniel, Daniel…

Y venia corriendo

Serrallo lanzado al viento

Saltando, girando en el espacio

Vueltas, vueltas y giros

Su rabo era puro vértigo

Y yo feliz porque era... mi perro

Hoy no está.

Mal haya la hora

Se lo llevaron los vientos.

Un mal día

Un cruce, un atropello

Maldigo el que lo hizo.

No le culpo por no verlo,

Le culpo porque no paró

Porque…era solo un perro

Se fue, el muy cobarde

Ni siquiera se bajó.

Daniel tendido en el suelo

Quedo paralizado

Y con el mi corazón

Cuando al oír el revuelo

Busque y alcance a verlo

Tendido en el suelo

Daniel y yo.

Tendido, inerte

¡Que mala suerte!

Decían unos que pasaban

Que mala pata, dijo la dueña de la gata

Que hacía tanto correr a Daniel.

¿se puede llorar por un perro?

Yo le lloro al menos y lo llevo dentro.

Daniel mi perro fiel

Mi mejor amigo

Ese que nunca abandona

Ni en el peor momento.

¡Qué tormento!

Hoy todavía imagino

Cuando cierro los ojos

Su compañía, su alboroto

Su cabeza loca, sus aspavientos

Su cola girando al viento

Su… alegría

Hoy triste y helado

Del corazón a los huesos

Me siento solo

Y me doy cuenta

Que no es solo por eso

Con Daniel se fue la vida que quedaba

El abandono y la despedida

Después de soltar amarras

Al ver mi casa vacía

 y yo tan ausente.

Ahora soy consciente

De lo solo que me encuentro

Daniel sostuvo mi llanto, mi lamento

Su lengua fue caricia

Que me sacó del encierro

Daniel amigo fiel

Cuanto te echo de menos

Daniel... Eras mucho más que un perro.

 

 EL HOMBRE Y SU PERRO Antonio a 22/12/2021 segundo año de la pandemia

AMARGOR


 

Alguna vez habéis sentido, el regusto agrio que queda en la lengua después de probar una almendra amarga.

Ese sabor residual que durante un tiempo acompaña tu gusto a pesar de haber bebido agua, haber probado otro bocado distinto.

Ese sabor permanece y te acompaña sordo y callado durante un tiempo. Casi no te das cuenta, pero ese sabor amargo echa a perder cualquier alimento buen condimentado que pruebes a continuación. Eso es amargor.

También es amargor lo que sientes cuando alguien con quien durante muchos años pudiste entenderte, de pronto su cara se vuelve extraña. Su mensaje cambia y se vuelve un extraño para ti. También tu para él o para ella. ¿Qué ha pasado? ¿Como ha sucedido? ¿Quién ha cambiado?

Esto hace que en el mejor de los casos y si de verdad te importa trates de ponerte en su lugar, esto es empatía. Es difícil de ejercitar, porque es aún más difícil saber establecer los límites entre abandonar, empatizar y confluir.

Estamos viviendo una situación loca y desbocada. Donde la presión mediática es desorbitada. Lógicamente respondemos desde nuestro instinto de supervivencia. Eso es entendible. Lo que sucede es que la respuesta instintiva no es la misma en todos, gracias a dios todavía somos individuos y distintos. Esta respuesta instintiva de supervivencia es la que se está azuzando desde la hoguera mediática con mensajes encendidos que nos inflaman y abocan a enfrentarnos entre iguales, que no se basan en hechos científicos comprobados y esto lo digo con la seguridad que me proporciona la razón, la mía eso si de ser humano e individuo racional.

Estamos viviendo en la irracionalidad de la creencia y la fe. Hemos sustituido nuestro Dios por el Dios ciencia que durante mucho tiempo se ha probado que, aunque con muchos aciertos, también se ha equivocado, porque solo podemos avanzar mediante comprobar los errores cometidos. Es lo que se conoce como método de ensayo y error, también admitido como experimento científico.

Amargor es el sabor que desprende la cascara de la radicalización en la creencia que establece que el que no es como yo, el que no piensa como yo el que no hace lo que yo es dañino para mi y por tanto debo excluirle sin tan siquiera analizar el por qué. Tan solo porque la mayoría establece el limite y yo estoy de acuerdo con la mayoría.

¿Y si la mayoría estuviera manipulada?, si la tendencia se hubiera provocado artificialmente para hacernos creer algo que no es del todo cierto. Donde quedarían mis razones y mi creencia.

Amargor es lo que siento cuando en esta alocada historia un amigo se aleja de mí. Amargor y tristeza porque algo amargo que permanece en el tiempo te lleva inexorablemente a la tristeza, al exilio en el aislamiento y desde luego esto conduce a la extinción.

Amargor es el resultado de comprobar día a día que la almendra que estamos masticando se vuelve cada vez más toxica y amarga.

             

                    Diario de un náufrago en 16 de diciembre de 2021 segundo año de la pandemia

SENDEROS

 


Senderos de ayer y de hoy

senderos que pisaré mañana

Con mi paso vacilante

ya de alma lejana

Senderos complicados

de espinas protegidos

y perdidos.

Senderos recorridos

que dejaron su huella en la carne

y en el alma arañazos de sangre.

Senderos de luz y poesía

llenos de sol de primavera.

Senderos de cortesía

que llevan donde no querías

Senderos de gozo y placer

Recorridos de pasión

sin freno, sin distancia

con la verdad del alma.

Senderos sin fin ni principio

donde siempre caminas el mismo paso

donde siempre pasas por el mismo sitio

como condena del destino

para confundir el alma herida.

En mil batallas pérdida

Senderos de arena fina

Senderos de piedra y viento

Senderos huecos de mar y viento

Senderos de mi vida

A todos os llevo dentro.

                                                                    Antonio 10/12/2021