A veces con tanto bombardeo mediático olvidamos que en el corazón
de un niño lo que prima es sentirse amado.
Mi hija lleva los últimos días jugando con este tren.
No es un tren eléctrico. Tampoco un juguete complicado de factura
difícil. No se lo regalaron en un paquete sofisticado.
Es un tren sencillo, sin aspiración de llegar a más. Es un simple
hecho de papel. Eso sí es un tren cargado de la mercancía más preciosa que existe.
El amor. Invertido en tiempo de miradas de ternura. De ayudar en
los dobleces del papel. De sujetar con sus manos o con las mías los cortes
imposibles. Tiempo sin tiempo. Solo estar. Gracias por dejarme jugar contigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario