AMARGOR


 

Alguna vez habéis sentido, el regusto agrio que queda en la lengua después de probar una almendra amarga.

Ese sabor residual que durante un tiempo acompaña tu gusto a pesar de haber bebido agua, haber probado otro bocado distinto.

Ese sabor permanece y te acompaña sordo y callado durante un tiempo. Casi no te das cuenta, pero ese sabor amargo echa a perder cualquier alimento buen condimentado que pruebes a continuación. Eso es amargor.

También es amargor lo que sientes cuando alguien con quien durante muchos años pudiste entenderte, de pronto su cara se vuelve extraña. Su mensaje cambia y se vuelve un extraño para ti. También tu para él o para ella. ¿Qué ha pasado? ¿Como ha sucedido? ¿Quién ha cambiado?

Esto hace que en el mejor de los casos y si de verdad te importa trates de ponerte en su lugar, esto es empatía. Es difícil de ejercitar, porque es aún más difícil saber establecer los límites entre abandonar, empatizar y confluir.

Estamos viviendo una situación loca y desbocada. Donde la presión mediática es desorbitada. Lógicamente respondemos desde nuestro instinto de supervivencia. Eso es entendible. Lo que sucede es que la respuesta instintiva no es la misma en todos, gracias a dios todavía somos individuos y distintos. Esta respuesta instintiva de supervivencia es la que se está azuzando desde la hoguera mediática con mensajes encendidos que nos inflaman y abocan a enfrentarnos entre iguales, que no se basan en hechos científicos comprobados y esto lo digo con la seguridad que me proporciona la razón, la mía eso si de ser humano e individuo racional.

Estamos viviendo en la irracionalidad de la creencia y la fe. Hemos sustituido nuestro Dios por el Dios ciencia que durante mucho tiempo se ha probado que, aunque con muchos aciertos, también se ha equivocado, porque solo podemos avanzar mediante comprobar los errores cometidos. Es lo que se conoce como método de ensayo y error, también admitido como experimento científico.

Amargor es el sabor que desprende la cascara de la radicalización en la creencia que establece que el que no es como yo, el que no piensa como yo el que no hace lo que yo es dañino para mi y por tanto debo excluirle sin tan siquiera analizar el por qué. Tan solo porque la mayoría establece el limite y yo estoy de acuerdo con la mayoría.

¿Y si la mayoría estuviera manipulada?, si la tendencia se hubiera provocado artificialmente para hacernos creer algo que no es del todo cierto. Donde quedarían mis razones y mi creencia.

Amargor es lo que siento cuando en esta alocada historia un amigo se aleja de mí. Amargor y tristeza porque algo amargo que permanece en el tiempo te lleva inexorablemente a la tristeza, al exilio en el aislamiento y desde luego esto conduce a la extinción.

Amargor es el resultado de comprobar día a día que la almendra que estamos masticando se vuelve cada vez más toxica y amarga.

             

                    Diario de un náufrago en 16 de diciembre de 2021 segundo año de la pandemia

3 comentarios:

  1. Quizás cada cual tenga que vivir su propia experiencia y darse cuenta de su tolerancia y su capacidad de respetar las decisiones ajenas.
    Querido amigo, dancemos la danza de las transformaciones y que vengan a nuestras vidas almas que fluyen en grandeza y humanidad. Muxus

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  2. Un fuerte abrazo y a ver si todos sacamos lo mejor de nosotros y seguimos aprendiendo cada día. Debemos tener aún más paciencia y en este cado recordar buenos momentos vividos con esa persona y estar agradecidos porque al menos los tuviste.

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  3. Valoro mucho la respuesta anterior, creo que es axactamente eso de lo que se trata. No albergar espectativas sino disfrutar lo que se tiene (o se ha tenido) con la gente querida y, si el amargor queda ahí después de morder la almendra, ¡qué duda cabe! pero la almendra está en todo su derecho de ser almendra y nosotros de darle un mordisquito antes de masticarla entera. Quizás también el amargor forma parte de la receta exquisita que podemos preparar con cada buena relación, si aprovechamos todos los matices y sabores que nos aporta.

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