Cómo
pasa el tiempo, como se le notan las arrugas, parece más calvo, creo que ha
engordado. A veces el encuentro se hace imposible simplemente por aspectos
aparentemente distintos como su color de piel, su olor, o simplemente su
aspecto.
Lo
utilizamos de manera perniciosa porque se nos ha acostumbrado a escudriñar al
otro al distinto y recelar de él solo y por que ancestralmente nuestra tribu tenía
que proteger su territorio de los demás para no desaparecer.
¿Ahora
que nos hace recelar del otro? A quien tenemos que proteger. Que miedo nos
atenaza cuando nos cruzamos con él.
En
Biodanza hablamos del encuentro humano, establecemos un rito casi sagrado con
el fin de ver al otro no solo con los ojos físicos y enjuiciadores a lo que
estamos enseñados y acostumbrados.
La
grandeza del ser humano es precisamente esta la pertenencia de especie, la
pertenencia a un sistema universal de vida que trasciende fronteras y mundos y
que va mas allá a entroncar en lo cósmico y universal.
Cuando
un niño mira a otro la vida solo se está mirando a sí misma.
Solo
cuando alcanzamos a ver con la mirada curiosa de un niño podemos ver la
grandeza de todo el universo en una sola mirada correspondida.
Rolando Toro lo describio como la poética del encuentro humano.
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