Apenas acababa de cerrar las puertas con estridencia, el
metro estaba a punto de comenzar su marcha. En el pasillo un viejito de
posiblemente cerca de noventa años intenta sujetarse de mala manera a la barra.
Una joven le toma del brazo, podía ser su hija y me llama la atención la
dulzura que desprenden sus ojos cuando cruzan sus miradas. Intenta por todos
los medios que de un paso hacia adelante para alcanzar un asiento vacío. Un solo
paso. El viejo, tembloroso, trastabilla, duda y aquello se le hace una aventura muy difícil. Por
fin, entre la joven y yo que me levanto y le ofrezco el cobijo de mi brazo
conseguimos que pueda sentarse.

En tres estaciones de trayecto, comienzan los preparativos
para salir. De nuevo la joven, su hija posiblemente, comienza sus instrucciones. -Intenta levantarte poco a poco-. -A ver si te puedes sujetar en esta barra-. El tren
entra en la estación y sus chirridos avisan de que la frenada esta cerca. Como puede
se sujeta y es sujetado a la vez por esa mano joven de ángel de la guarda
particular. Cuando por fin se ha parado comienzan las dudas de nuevo, primero un paso,
ahora otro, dos, el tercero es el peor y parece que no lo va a conseguir nunca. Por
fin el último hasta salir a tiempo justo del tren que pita de nuevo.
Cuando me alejo les veo a través de la ventanilla y parte de
mi se queda fija en esos pasos tan costosos, tan difíciles. Me doy cuenta que
esta sociedad nos marca una manera de caminar que es por si misma distinta de
la manera que la naturaleza nos ha dado. Me doy cuenta de lo difícil
que puede llegar a ser poder sobrevivir en este camino diario, inconsciente y
letal que hacemos todos los días y que a diferencia de lo que hacia el viejito
cuando dudaba y se lo replanteaba, nosotros ni siquiera nos damos cuenta que
nos está destruyendo. Solo corremos posiblemente sin tener muy claro hacia donde.
Así es, no nos damos cuenta que en esa carrera diaria se nos va consumiendo la Vida, casi sin mirar al cielo, sin disfrutar una suave caricia del viento en nuestra piel, sin vislumbrar siquiera las estrellas titilantes en la oscuridad de la noche, sin percibir esa mirada de Amor que nos ofrecen las personas que bien nos quieren, sin ofrecer ese Amor que nos inunda el alma, sin ver ni disfrutar esas pequeñas-grandes cosas que nos son dadas gratis, a cada momento, a cada instante de nuestro camino por la Vida. Tenemos prisa por tener más, por disfrutar de las cosas materiales, deseamos ser felices, sin detenernos a pensar que la felicidad forma parte del Universo, que esa felicidad está dentro de nosotros, tan solo debemos vernos como somos imperfectos, perdonarnos, aceptarnos y amarnos a nosotros y a Todo lo que nos rodea, sin ponerle etiquetas, sin prejuicios, sin juicios, tan solo Amar.
ResponderEliminar