Invierno en el alma.





Hoy me he levantado triste, el despertador se ha parado como intuyendo que hoy no era el momento de despertar. Fuera un sol radiante se dejaba entrever a través de las rendijas de la persiana  una lluvia de luz persistente.


Demasiados días encerrado, demasiado tiempo solo a pesar de la comunicación tecnológica con mis amigos y mis seres queridos pero la soledad hace mella.

Mi alma se atormenta, nunca mejor dicho porque hecho de menos el contacto de cuerpo con cuerpo, de vida con vida. Hecho de menos los abrazos próximos, los abrazos extraños, hasta los que se dan por compromiso.

Tantas veces dicho y repetido que en el momento de irnos estamos siempre solos. Sí y aun siendo esto cierto qué sucede en el instante antes de irte. No partirás recordando esa suave caricia dada con amor, ese delicado beso de una hija que despide tu partida, se habrá negado la ultima puerta de conexión hacia el infinito.

Esto me aterra y esto esta sucediendo en este momento a tantas personas a tantos seres queridos, añoraremos su compañía. Pasara el tiempo y en nuestra vulnerabilidad estableceremos una barrera de defensa para no recordar, para así salvar nuestra destrucción interior. Y sin embargo la sombra de la soledad en el último instante seguirá planeando sobre todos nosotros.

Tantos muertos solitarios, tantos seres agonizando sin poder despedirse, tanta desesperación en tantos hijos que habrán roto un pedazo de su corazón para poder seguir viviendo.

Siento una rabia inmensa fruto de mi propia desesperación ante la necedad, la incompetencia, el individualismo y el egoísmo social que nos ha llevado a esta situación.

Pronto veremos de nuevo el circo y asistiremos de nuevo a los tensos debates para exculparse unos y otros. Que pensaran los que se fueron si es que siquiera existe un sitio por ahí arriba donde podamos pensar.

Habremos aprendido algo. Sacaremos algo en limpio de toda esta situación vivida. Me gustaría pensar que sí. Durante mi vida casi siempre me dijeron que era muy optimista. Permitirme que por primera vez en mi vida no lo sea. 

Con amor y rabia lo comparto con vosotros.
Antonio

2 comentarios:

  1. Es verdad. Me siento una marioneta. Los que quedamos habremos aprendido algo. Pero, ¿odos?

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