Hacía mucho tiempo que ... Ariadna


Hacía mucho tiempo que no me paraba a escribir sobre Ariadna...

Que Ariadna se ha convertido hoy en día en una niña feliz, no me cabe ninguna duda. Su sonrisa, su carcajada a flor de piel, su juego continuo. Son pistas que me llevan a esta conclusión.

Que nuestra hija es una niña desarrollada en el afecto y la comprensión incluyendo en este término la dimensión física de la palabra. Es también cierto y lo compruebo en el día a día cada vez que interrumpe su juego viene corriendo a mi encuentro y sin más nos fundimos en un abrazo tan deleitoso que me hace enternecer. A veces este gesto va acompañado de un te quiero papá que resuena en mis entrañas. Ni que decir tiene que estos o parecidos gestos de complicidad y afecto también los recibe mamá Rosana y la llenan de felicidad.

Estos gestos espontáneos siempre tratamos de que tengan respuesta adecuada por nuestra parte tanto física como verbal. Con esto cerramos el círculo de contención.

Todo esto está llevando a una capacidad de ejercer su libertad y autonomía que a veces nos pone contra las cuerdas. No porque ella lo ejerza de manera abusiva que sería lo habitual en alguien que se sintiera negado y le costara mucho cubrir su necesidad. Sino por que quizás no estamos lo suficientemente preparados y seguros para convivir con este ejercicio suyo de libertad y límites. No es una niña conflictiva y demandante. Si es sin embargo una niña segura en lo que quiere y lo pide de una forma aseverativa y directa. A veces tiene una pizca de manipulación a través de su capacidad de negociación. Tan solo cuando se encuentra muy cansada o somnolienta puede volverte loco. Ella misma en ese momento entra en una etapa muy activa y de compulsión hasta que cae rendida en el sueño. Es también el momento en el que te preguntas donde tendrá las pilas y el botón de off.

Hacía mucho tiempo que no me paraba a escribir sobre Ariadna, sobre nosotros y nuestras cosas. Hoy ha sucedido algo que me ha hecho retomar la pluma virtual.

He descubierto que es gozosa y disfruta de los placeres que la vida le pone a su alcance.

Desde hace algún tiempo que va al colegio he tomado la costumbre de despertarla con una música que la encanta - wáter of stars – la he conseguido atiplada en el "LA" a 432 y es realmente sensibilizadora. La recomiendo para esos momentos de quietud y vuelta a la vida.

También desde este mismo tiempo el despertar va acompañado de caricias nutrientes y compactas por la espalda, cabeza y extremidades, este tipo de caricias dan consistencia y devuelven consciencia para depositarnos en el aquí y ahora.

Pues bien. Por alguna razón hoy el despertador musical no nos ha despertado y el tiempo nos apretado mucho. En mi obstinación de adulto he intentado por todos los medios que una Ariadna profundamente dormida volviera en si como si de mí mismo se tratara. Gran error. Además de vueltas y revueltas en la cama solo he conseguido que saliera su enfado. Cuando por fin he podido dejar de estar en mi ombligo y necesidad y puse mis ojos, los de verdad, los de dentro, en ella me di cuenta de lo que ha pasado. No he respetado su ritual. Después de pedirle perdón, nos hemos abrazado he puesto la música y al final me ha comentado. Sabes papá para mi es importante que me rasques en la espalda. El cole me gusta pero esto me gusta también.

Esto me ha llevado a pensar con qué facilidad nos saltamos nuestros ritmos y aparcamos nuestras necesidades. Esta sociedad está diseñada a la medida de algunos y enfrente de la mayoría y nos acostumbran demasiado pronto a renunciar a lo que nos gusta y a los placeres que nos nutren el cuerpo y el alma. La enseñanza que he recibido consiste justamente en esto. Va de respetar y respetarme y por supuesto de placer y goce que para esto hemos venido al mundo.

Antonio. 02 de Febrero de 2017. Ariadna 4 años y seis meses.




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